A pesar de las recientes y profundas tensiones diplomáticas entre Qatar y Arabia Saudí, el régimen de Mohamed bin Salman se ha presentado como la solución más suculenta al lío qatarí con una de sus inversiones estratégicas. Según fuentes cercanas a la negociación, los saudíes han enviado una oferta de 300 millones de euros, en el que sería el mayor traspaso de la historia, para comprar a Kylian Mbappé del Paris Saint-Germain, propiedad del fondo Qatar Sports Investments, controlado por el Gobierno qatarí. El presidente del PSG, Nasser Al-Khelaifi, considera muy atractiva la propuesta. Le libraría del pánico de perder a Mbappé gratis el próximo verano, o de negociar a la baja su precio, como está dispuesto a hacer. Pero no es tan sencillo: el futbolista no ha dado ninguna señal de que esté dispuesto a marcharse. Al contrario: lo que ha dicho es que quiere agotar su contrato hasta el 30 de junio de 2024.
Por eso, deben convencer al futbolista de que se traslade a Riad para jugar en el Al Hilal, club que ha presionado mucho en los últimos meses para intentar atraer a Leo Messi, que acabó eligiendo al Inter Miami. Los saudíes han pedido autorización a Al-Khelaifi para negociar con Mbappé, y el ejecutivo qatarí se la ha concedido encantado.
Era uno de los efectos que buscaba Al-Khelaifi cuando el pasado viernes por la noche decidió dejar su estrella en el suelo mientras casi todo el equipo se subía a un avión para iniciar la gira de pretemporada por Japón y Corea. Con ese movimiento, el presidente del PSG pretendía abrir un proceso para la venta del jugador, lo que de inmediato despertó el apetito de varios clubes europeos, además del saudí.
Desde entonces, han llegado a las oficinas del PSG señales de serio interés de Chelsea, Manchester United, Inter de Milán e incluso del Barcelona, a pesar de las gravísimas dificultades económicas por las que atraviesa. En las conversaciones iniciales que ha mantenido el PSG con estos clubes, algunos han sondeado a Al-Khelaifi sobre la posibilidad de que aceptara, además de dinero, a un futbolista en el trueque. Según fuentes cercanas a la negociación, el club parisino está dispuesto a casi cualquier fórmula que le permita salvar dignamente el problema económico que supondría perder a Mbappé gratis, tras los cientos de millones que se ha gastado en él.
En el PSG son conscientes de que el futbolista mantiene el control de la situación. De hecho, según su contrato actual, todavía tiene hasta el 31 de julio para decidir prorrogarlo una temporada más, lo que le reportaría inmediatamente una prima de renovación de unos 60 millones de euros. En cualquier caso, Al-Khelaifi cree que la lluvia de ofertas, algunas tan suculentas como la saudí, abren un nuevo escenario que considera interesante.
Cree que Mbappé se enfrenta ahora a un dilema un poco diferente: aceptar una de estas voluminosas propuestas y dejar una cantidad por su traspaso en el palco del club, o aguantar un año sin jugar (esa es la amenaza del club) a las puertas de la Eurocopa y los Juegos Olímpicos, para cobrar el sueldo del año pasado (72 millones), el bono de fidelidad de este año (80 millones) y el bono de traspaso por marcharse gratis (unos 100 millones).
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