Este 24 de julio, el Santo Padre recibió en audiencia a las Misioneras Claretianas de María Inmaculada, con motivo de su XVIII Capítulo General. El Pontífice animó a los religiosos a seguir profundizando en su carisma congregacional y dar un fiel y valiente testimonio de consagración.
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“Queridas hermanas, os invito a profundizar en vuestras raíces carismáticas, en esas tres notas congregacionales que os identifican, es el legado que habéis recibido y que estáis llamadas a transmitir a los que os rodean, ‘contagiándolos’ de la alegría del Evangelio”, fue la invitación del Papa Francisco en su discurso a las Misioneras Claretianas de María Inmaculada, a las que recibió en audiencia en la mañana de este lunes 24 de julio, con motivo de su XVIII Capítulo General.
Corriendo para anunciar el Evangelio
A la Madre General y a las Hermanas Capitulares, que celebran el XVIII Capítulo General Ordinario de esta Congregación, el Santo Padre les recordó el largo camino de preparación de este acontecimiento, camino que no han recorrido solas, indicó el Pontífice, sino acompañadas de los demás miembros de la Familia Claretiana y de otras personas con las que comparten vida y misión.
“Tu itinerario me recuerda el pasaje de Emaús. En este relato evangélico vemos a dos discípulos caminando juntos, en un momento determinado se encuentran con un extraño, conversan con él y lo invitan a cenar. Cuando descubren que este peregrino es Jesús resucitado —y lo notan cuando sienten que su corazón arde en su presencia, cuando son testigos de sus palabras y de sus gestos, cuando comparten el pan y el vino, y entran en comunión con él—; Entonces, solo pueden salir y anunciarlo, salen corriendo, y salen corriendo llenos de alegría”.
Construir espacios de escucha y anuncios.
En este sentido, el Papa Francisco dijo que podemos reconocer en la historia de Emaús los elementos principales del proceso sinodal que estamos viviendo en la Iglesia: encuentro, participación, diálogo, comunión, misión. E invitó a los religiosos a ser constructores de espacios de escucha y de anuncio.
“Y esto es lo que también vosotros queréis vivir y ofrecer desde la particularidad de vuestro carisma, uniéndoos al camino de la Iglesia universal. Os agradezco esta disponibilidad, este deseo de construir juntos espacios de escucha, espacios para el anuncio del Evangelio, en todas las partes del mundo donde estáis presentes”.
Una vocación mariana, misionera y claretiana
A los participantes en este XVIII Capítulo General Ordinario, el Santo Padre indicó, basándose en el nombre de la Congregación, tres notas que son las características de su vocación, es decir, que son mariana, misionera y claretiana.
“Son marianos, el Inmaculado Corazón de María los acompaña, les señala el Sagrado Corazón de su Hijo y les dice: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5). Es curioso: en la actitud del alma de María, siempre es ésta: señalar a Jesús, señalar a Jesús. María nunca hace eso, nunca. Nunca. Esa es la misión de la Madre: señalar a Jesús. Como misioneros, llevan el mensaje de Jesús allí donde son enviados, con la confianza y la ternura de María, encarnando las palabras y los gestos del Señor para hacer presente en el mundo su Reino de amor. Y son también claretianas, hijas de san Antonio María Claret; un santo pastor, misionero y fundador que intercede por vosotros y es el modelo al que siempre podéis acudir para aprender a cultivar una relación filial con María, pasión por la evangelización y audacia misionera. Una cosa que tengo la experiencia con los claretianos, sobre todo tener esta mística”.
El testimonio fiel y valiente de la consagración
Finalmente, el Papa Francisco los invitó a profundizar en sus raíces carismáticas, en esas tres notas congregacionales que los identifican, ya que ese es el legado que han recibido y que están llamados a transmitir a quienes los rodean, “contagiándolos” con la alegría del Evangelio.
“No tengáis miedo de traspasar fronteras geográficas e incluso existenciales, como hizo el Padre Claret, para que todos conozcan el amor desbordante del Corazón de Dios. La Iglesia y el mundo de hoy necesitan con urgencia el testimonio fiel y valiente de su vida consagrada”.