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El candidato del PSOE, Pedro Sánchez, celebra este domingo los resultados electorales.
Nadie lo dio como ganador. Ni en las encuestas, ni en los medios, ni en las calles. De hecho, Pedro Sánchez, actual presidente de España y candidato del PSOE, quedó segundo en las elecciones generales de este domingo.
Pero celebró los resultados de las elecciones como si hubiera sido el ganador.
Y no solo porque sobre el papel tiene más opciones de formar gobierno que quien llegó primero, el candidato del Partido Popular (PP) Alberto Núñez Feijóo. Pero también porque superó las expectativas de voto que tenía.
De un escenario en el que se pronosticaba que perdería votos y escaños, se pasó a otro en el que no solo mantuvo los escaños en el Congreso de los Diputados, sino que los aumentó: de 120 a 122.
Y si hay algo que importa casi tanto como los votos obtenidos en las urnas es la expectativa que se tiene ante las elecciones sobre cuántos serán y cómo se gestiona esa expectativa.
Y la de Sánchez, como decíamos, era baja. Y avise a sus votantes antes de las elecciones movilizarnos e ir a las urnas Era parte de su estrategia.
“La gestión de expectativas de Pedro Sánchez, muy baja, ha jugado a su favor, porque el PP entró en esa ola victoriosa que iba a arrasar desde las elecciones municipales de mayo pasado”, explica Gabriela Ortega, politóloga y directora de estrategia de la Institución Educativa ALEPH.
Los votantes de Sánchez, ante la expectativa de un gobierno de derecha del PP con el apoyo de la extrema derecha de Vox, acudió en ayuda de su candidato.
Pero esta no fue la única estrategia que utilizó Pedro Sánchez en esta campaña electoral.
cuestión de tiempo y emoción
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En el único debate cara a cara entre Sánchez y Feijóo, el candidato del PSOE perdió.
En un principio estas elecciones estaban previstas para finales de año pero, tras los resultados de las municipales de mayo, en las que arrasó el PP, Pedro Sánchez anunció el adelanto de las elecciones generales para julio, un mes atípico en España para votar y, además, con un pequeño margen de tiempo para organizar.
En ese momento, se pensó que esto jugaría en su contra. No fue así.
“Beneficiaba a Sánchez internamente, porque no daba tiempo a que otros candidatos dentro del PSOE se disputaran ese puesto de líder y le permitía priorizar todo el proceso electoral”, dice Javier Martín Merchán, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de Comillas.
Y aunque el tiempo apremiaba, apenas alcanzaba para que de las elecciones del pasado mes de mayo salieran los nuevos Gobiernos locales y las Comunidades Autónomas, muchos con PP y Vox en coalición.
Y aquí es donde entra otra estrategia, la de las emociones.
En política, los candidatos suelen jugar principalmente con dos de ellos para movilizar al electorado: miedo e ilusión.
Los expertos coinciden en que el tono de la campaña de Sánchez quería transmitir miedo, en concreto miedo a que Vox llegara al Gobierno de Madrid.
“Ha sido el leitmotiv de la campaña del PSOE, que ha asumido la bandera de ser la alternativa a la extrema derecha”, apunta Martín Merchán.
Como nos explica César Calderón, director general de Redlines y consultor político, “ha sido un miedo eficiente y, además, no era un miedo ficticio, porque la extrema derecha ya está aquí y el fantasma de Vox ha sido clave en la campaña”.
Sánchez habló en cada debate, en cada intervención, con tiempos pasados, algo que en comunicación política se percibe como un error pero que, en este caso, formaba parte de esa estrategia del miedo: “Esto es lo que hicimos durante nuestros años de gobierno y esto es lo que nos vienen a quitar”.
“Su audiencia es de voto duro y ha calado su mensaje, que el PP iba a formar un gobierno (con Vox) que iba a destrozar los avances de las políticas socialistas”, dice Ortega.
Del insulto del oponente a la estrategia ganadora
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La candidata de Sumar, Yolanda Díaz, también ha contribuido con su estrategia a los resultados de Sánchez.
Si las expectativas de victoria de Sánchez no eran altas, así lo puso de relieve la primera semana de campaña con el debate cara a cara con Núñez Feijóo, en el que este último consiguió “una victoria contundente que quizás sobrevaloró”, dice Martín Merchán.
Pero al mismo tiempo, este debate sentó las bases para el resto de la campaña, “en la que se empezó a decir que Feijóo era una figura deshonrosa y un mentiroso a partir de sus respuestas”, dice el experto, en referencia a las reiteradas inexactitudes, “mentiras escenificadas y desarticuladas”, que dijo el candidato durante la campaña.
“La izquierda no le dio la victoria a Sánchez, pero sí le dio combustible a esta visión de Feijóo”, dice el politólogo, quien asegura que, a partir de ese momento, el PSOE tomó las riendas de la campaña.
Y lo hizo dándolo todo ante los medios.
“Hizo más entrevistas que en toda la legislatura, pasó por medios públicos y privados, por programas que le eran adversos y siempre con el mismo mensaje: el miedo a perder lo creado, como la reforma laboral, el salario mínimo vital o la ley trans, más que la ilusión de lo que podía llegar”, remarca Ortega.
Fue en la segunda semana de campaña cuando Sánchez marcó la agenda y no sólo centrándose en atacar los pactos del PP con Vox, sino también “apropiándose de todos los marcos de la derecha”, de las armas que se lanzaron contra él.
Un claro ejemplo es lo que hizo su equipo con un apodo que la derecha le puso como insulto, “Perro Sánchez” o “Perro Sanxe”. Lo convirtieron en un meme, un juego y una broma y lo difundieron en las redes sociales del medio socialista.
Porque la campaña también se jugó en las redes. Y también en este campo la estrategia del PSOE marcó la pauta.
“Ha sido tremendamente eficaz en la campaña microsegmentada en redes sociales, concretamente en Facebook e Instagram. Una campaña dura y dicotómica que ha funcionado muy bien en provincias. Y eso no lo ha hecho el PP”, destaca César Calderón.
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Sánchez y Díaz se coordinaron durante el debate con Vox.
La sombra de Podemos
Sumar, el grupo de izquierda creado este año bajo el liderazgo de la candidata y vicepresidenta del gobierno Yolanda Díaz, también tuvo algo que ver en la estrategia que le dio opciones al bloque de izquierda para gobernar.
Díaz también jugó con el miedo a Vox, pero en su discurso hubo “una dosis de ilusión y esperanza y una forma propositiva de hablar en términos progresistas a nichos muy claros”, apunta Martín Merchán.
El reto de Díaz, además de subirse a la ola electoral en poco tiempo, era quitarle la delantera a su antigua formación, Podemos (izquierda) ya su exlíder Pablo Iglesias.
“Esto ha funcionado bien. Ha llevado bien la separación con Podemos y tiene su propia marca personal, además de un manejo de imagen que ayuda a eso”, explica Ortega.
Esto no solo ha beneficiado a Díaz, sino también a Sánchez porque, como explica Martín Merchán, “Sumar no genera tantas reticencias en las filas socialistas como lo hicieron Podemos o Pablo Iglesias”.
La sintonía ha sido tal que en el debate final, en el que estuvieron presentes todos los principales candidatos menos Feijóo, se vio a Díaz y Sánchez tratándose como socios de Gobierno, hablando de las medidas tomadas en los últimos años y coordinándose de forma muy natural contra el candidato de Vox.
Aunque en política nada es natural y siempre hay mucha estrategia.
Si tu enemigo está equivocado…
Pero no solo es importante que tu campaña sea impecable, sino lo bien o mal que la haga tu adversario.
Y aquí coinciden todos los expertos consultados: la última semana de campaña el PP estuvo “desastroso”.
“Parecía que vivía de las rentas y que sin hacer nada, todo estaría bien. (Feijóo) se confió demasiado y no hizo campaña”, remarca Martín Merchán.
Y Ortega se pregunta si no será que, ante unos pronósticos que los daban por vencedores, se creó demasiada euforia y se perdió la estrategia. Y en esa ola, por ejemplo, Feijóo se negó a ir al último debate, algo que ahora parece no haberle funcionado.
Y a esto se suman unas declaraciones de Feijóo “terribles y que no le beneficiaron”, concretamente en referencia a la candidata Yolanda Díaz.
Ante una campaña del PSOE con pocas expectativas, pero con un mensaje que, a juicio de Calderón, fue consistente y repetido en todas sus plataformas y tuvo impacto en la sociedad española, el PP no encontró su mensaje claro y se perdió.
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