La violencia de los grupos armados, el hambre y la pobreza extrema tienen consecuencias devastadoras para los niños y jóvenes, que son sacados de la escuela y sometidos a abusos y explotación.
Diversas crisis y conflictos confluyen en el Sahel (violencia de grupos armados y yihadistas, Estados frágiles e inestables, tráficos ilícitos, emergencia alimentaria entrelazada con los efectos del cambio climático…) pero pocas veces se habla de ello desde la perspectiva de las niñas que habitan esta geografía inhóspita. La organización Plan Internacional ha elaborado un estudio que quiere ser un altavoz de estas voces no escuchadas y que trata de arrojar luz sobre cómo el hambre y los conflictos afectan a los derechos de los menores.
“El Sahel ha vivido una combinación de factores, que incluyen conflicto, sequía, inseguridad, pobreza extrema y escasez de alimentos, con consecuencias devastadoras para las niñas y mujeres jóvenes, especialmente”, explica a EL MUNDO. Mateo Briganticoordinadora de proyectos para el empoderamiento de jóvenes y mujeres de Plan Internacional.
“El conflicto ha provocado un desplazamiento masivo de personas, lo que pone a las niñas y adolescentes en riesgo de ser separadas de sus familias, deserción escolar, además de ser víctimas de explotación, abuso sexual e incluso reclutamiento forzado por parte de grupos armados”, continúa el experto.
“Además, la crisis alimentaria afecta de manera desproporcionada a las niñas: son las que menos comen y las últimas en comer. El conflicto y la inseguridad dificultan enormemente el acceso a la escuela, y las niñas se ven obligadas a abandonar la educación para contribuir a los ingresos familiares, el cuidado y la tareas domésticas o casarse temprano. Esto perpetúa el ciclo de pobreza y desigualdad de género”, agrega.
Las consecuencias son devastadoras en la vida de estas niñas como futuras mujeres. Plan Internacional destaca que la desesperación Ante estas circunstancias, lleva a las niñas y sus familias a adoptar “decisiones que terminan condenándolas a la separación familiar, el cuidado de sus hermanos, la deserción escolar, el matrimonio infantil, la explotación sexual y el trabajo infantil”.
matrimonios tempranos
“El conflicto ha provocado el cierre de escuelas, lo que ha exacerbado las tasas de matrimonio infantil. Las niñas se casan por dote, para reducir el número de bocas que alimentar en el hogar o como medio para proteger a las niñas de embarazos fuera del matrimonio y violencia”. denuncia la ONG en su informe “Opciones imposibles, voces no escuchadas: cómo el hambre y los conflictos reprimen los derechos de las niñas en el Sahel”. Según los últimos datos disponibles, el país con una de las tasas de matrimonio infantil más altas del mundo es Malí, con un 54 % de niñas obligadas a casarse antes de los 18 años y un 16 % antes de los 15 años. .
“El matrimonio infantil es una práctica generalizada en la región que tiene consecuencias físicas, psicológicas, emocionales, sociales y económicas. Es poco probable que las niñas casadas continúen con sus estudios, porque tienen que quedarse en casa haciendo las tareas del hogar o porque su escuela no permite niñas casadas a asistir, por lo que sus oportunidades para el futuro son muy limitadas”, comenta Briganti.
Además de interrumpir su educación y, por lo tanto, limitar sus oportunidades, el matrimonio infantil “tiene impactos negativos en la salud de las niñas y mujeres jóvenes, aumentando el riesgo de complicaciones durante el embarazo y el parto. También perpetúa las normas de género desiguales y la violencia de género”. continúa Briganti. Son preocupaciones que rondan en la mente de chicas como Samia (nombre ficticio), de Gourma Rharous (Malí), que confesó a las voluntarias de Plan: “Todavía no estoy casada, tengo miedo de quedar embarazada y de malas presagios”. Más allá de las consecuencias individuales, la coordinadora del Plan destaca un impacto más amplio: “Socava el progreso social y económico de la región”.
Ineficacia estatal
Junto con Malí, el gobierno de Burkina Faso ha demostrado ser ineficaz para proteger a las niñas del flagelo de la violación. “La mayoría de los casos no se denuncian o se tratan de manera informal”, dice Plan International en su informe. Las múltiples crisis interpuestas (violencia, hambre, sequía, escasez de recursos…) aumentan el riesgo de violencia de género, denuncia.
Tareas como ir a recoger leña, recoger agua, ir al mercado a comprar o vender alimentos o visitar a un familiar en un pueblo cercano se convierten en las chicas -en quienes suelen recaer estos mandados- rutas llenas de peligros que caminan con miedo Debido a la violencia y la sequía, su recorrido es más largo en busca de agua o arbustos para combustible y esos mayores kilómetros los exponen a un mayor riesgo.
“Las violaciones van en aumento porque estamos abandonadas a nuestra suerte y no hay nadie que nos ayude, las niñas desplazadas internas como yo somos las más afectadas. Estamos siendo violadas, golpeadas y heridas”, dice Safiata, un nombre falso para proteger la identidad de una niña de Burkina Faso. En este país, el 34% de las niñas trabajan para ayudar a sus familias. En Malí este porcentaje sube al 45%. Las niñas se quejan, sin embargo, de que las múltiples crisis han reducido su capacidad para ganarse la vida.
“Las niñas del Sahel viven en una situación de inseguridad y grave riesgo de violencia en sus hogares, escuelas y comunidades. En un contexto de diferentes crisis, Plan International trabaja para garantizar su acceso a la educación y los servicios básicos, protegerlas de la violencia y ofrecer oportunidades de futuro a través del empleo y el emprendimiento”, explica concha lopezdirector general de Plan Internacional España.
Empoderamiento y renovables
Uno de los proyectos que lidera esta organización es el empoderamiento social y económico de la mujer a través de las energías renovables y el desarrollo sostenible. Él Proyecto Desfers (acrónimo en francés de Women’s Economic and Social Development through Renewable Energies in the Sahel) está presente en Senegal, Malí y Níger, y su objetivo es promover el empleo y el emprendimiento de 21.000 mujeres a través de la energía fotovoltaica en esta región, una de las áreas del mundo con más horas de sol y menos acceso a la electricidad.
Briganti, que acaba de regresar de Níger, explica que hasta el momento, a través de Desfers, “se han instalado 36 redes fotovoltaicas en zonas con poco o ningún acceso a la electricidad para el uso de pequeña maquinaria alimentada por micropaneles, como bombas de agua o molinos de granos Gracias a esto, las mujeres ahora pueden establecer pequeños negocios que también contribuyen al desarrollo de sus comunidades: puestos de agua fría, puntos de carga de baterías y móviles o puntos de venta de alimentos”. Capacitar en gestión económica y facilitar el acceso al microcrédito es otra de las prioridades del proyecto, brindando a las mujeres la oportunidad de empieza tu propio negocio.
Esta semana empieza en Kigali (Ruanda) Las mujeres entregan, una conferencia internacional sobre la igualdad de género y la salud, los derechos y el bienestar de las niñas y mujeres que se ha convertido en un referente mundial. Plan International quiere que este foro ayude a las niñas a tomar protagonismo y les dé “la capacidad de influir en las decisiones que determinan sus vidas, garantizando que se cuestionen las normas de género que las discriminan, se reconozcan sus vulnerabilidades específicas y se protejan sus derechos”.
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