El Refugio Forcella Pordoi es una discoteca móvil a casi 3.000 metros de altitud, la fiesta inalcanzable. Dos kilómetros de zetas con una pendiente media superior al 30% forman una eterna hilera de corredores en la desnudez de la montaña, sin vegetación que oculte el universo que separa el inicio de la rampa del relieve de los altavoces. Es el sello de la Dolomyths Skyrace, uno de los monumentos de la ruta, que este sábado celebró su 25 aniversario. Por eso, algunos de los corredores se toman un respiro, sacan el móvil y fotografían la escena antes de poner al límite la zona lumbar. Es el abismo del infierno, el nombre de guerra de una prueba de las Golden Trail Series -el circuito élite de este deporte- con 22 kilómetros y 1.800 metros de desnivel positivo
Una ruta tan corta y salvaje prometía sorpresas. Manuel Merillas, líder del circuito tras las dos primeras especiales, perdió demasiado tiempo en la subida para recuperarlo en la bajada, su especialidad. El abismo de vuelta a Canzei –línea de salida y meta– une tramos sin un trazado claro que obliga al corredor a diseñar su propio recorrido. En una de las áreas más complejas que ofrece este deporte, la experiencia cuenta. Elhousine Elazzaoui, el marroquí que aguantó al español en Zegama hasta la última prueba, hizo valer los suyos -sumó dos podios- y se llevó la victoria más importante de su carrera. El leonés, en cambio, no corría aquí desde 2015.
La sonrisa que Elazzaoui, un bereber que nunca pierde la oportunidad de explicar su cultura, convirtió en instinto asesino cuando alcanzó la cima del Piz Boè (3.152 metros) con Stian Angermund –dos veces ganador de la carrera– después de un kilómetro final tan técnico . que te obliga a apoyarte en escalones metálicos y en los que están prohibidos los bastones, por seguridad. El marroquí aceleró tras una señal de peligro que hace frenar a los mortales y dejó atrás al noruego sorteando unas precarias escaleras de madera. Su pico de velocidad en el llano de la bajada le hizo inalcanzable y venció con un tiempo de 2h04m39, lejos del récord de Kilian Jornet (2h00m11s) en 2013, una de sus cuatro victorias en la Dolomita.
El maillot número 1 de Merillas se alzó con la duodécima posición a tres minutos de los líderes. Su remontada le llevó a la sexta plaza, pero apenas recortó tiempo a Elazzaoui, que le quitó 2m37s, y acabó con un espectacular esguince que hizo peligrar sus planes montañeros de verano. Ya avisó en la previa que este no era su paraíso en Picos de Europa, ya que era más un reto en la pista que en la superficie. El suizo Roberto Delorenzi fue segundo a 54s y el francés Frederic Tranchard, un minuto por detrás, completó un sorprendente podio. Jan Margarit (12º), Marcos Villamuera (21º) y Álex García (22º) lideraron la participación española.
Judith Wyder resume la dureza de una prueba que ganó por tercera vez en tres participaciones. “No conozco otra carrera en la que subas 1.800 metros de desnivel y los dejes caer de repente. Hay que encontrar el equilibrio, ser lo suficientemente inteligente como para no agotar las piernas en la subida porque las necesitas frescas para dibujar y saltar en la bajada”. Tras la música de Forcella Pordoi, los corredores siguen jadeando durante dos kilómetros hasta la cima entre nieve, grandes piedras y gritos de ánimo en casi cualquier idioma. El hecho de que haya tres refugios en pocos kilómetros –utilizados como avituallamiento– da una pista de la peligrosidad de una zona pelada, incluso en verano.
La suiza reapareció en los Goldens de la mejor manera posible tras su reciente historial de lesiones. Su tiempo (2h24m24s) superó en más de dos minutos al de la esquiadora estadounidense Sophia Laukli. La sorpresa vino de la mano de la mexicana Karina Carsolio, quien completó el podio por delante de Malen Osa. La española le dio la talla en su mejor actuación internacional: esta prometedora deportista de 20 años ya está entre las elegidas. Fue cuarta en la cima y cuarta en la meta, a tres minutos del podio. La internacional Julia Font fue octava y España colocó a otras dos mujeres en el top 20: Mayi Mujica (16ª) y Anya Tarasova (20ª).
Fueron la punta del iceberg de una salida con 1.100 atletas de 26 nacionalidades, con sus batallas personales para afrontar una de las medias maratones más duras del mundo, todos en el mismo saco. El público lo sabe, aprovechando que los corredores van despacio para leer el dorsal y personalizar el ambiente. Los organizadores extendieron el tiempo de llegada en media hora (5h30m) para que todos pudieran regresar de una sola pieza. La receta era empezar lento y terminar fuerte. No malgastes energías en las traicioneras pistas de esquí del principio –el trazado es tan evidente que te olvidas de que algunos desniveles son considerables– y vacía el depósito en las cómodas pistas del final. El premio por asomarse al infierno sin caer en él.
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