29 de Agosto de 2021. Hallan un cadáver desnudo, semicalcinado, sin dedos ni dientes, en el Cerro Murmullo, una ladera situada en el Ensanche de Vallecas, en Madrid. es GES
27 de noviembre de 2021. Los vecinos de la calle Sierra Toleadana llaman a la policía porque han oído gritos en el piso de un vecino. Cuando llegan, la puerta está cerrada por dentro. Cuando logran abrirlo, encuentran a un hombre muerto, torturado, amordazado y amarrado. Se trata de FMPE
En un principio, hay dos delitos aislados en Madrid. No están siendo investigados, ni siquiera por el mismo grupo de homicidas de la Jefatura Superior de Policía. El primero lo asume el grupo VI y el segundo, el grupo V. Las investigaciones avanzan de forma independiente, hasta que, un día, acaban confluyendo en una mujer: MJBG
Lo primero fue la identificación del cadáver calcinado. Una tarea tremendamente complicada debido al estado en el que se encontraba el cuerpo. Los policías se reservan los detalles de cómo lograron encontrar un nombre. Solo deslizan que no hubo reporte de desaparición que pudiera corresponder al cuerpo. Paralelamente, los investigadores de homicidios acudieron a trabajar en la escena del crimen.
Lo cierto es que al final a la policía científica se le ocurrió un nombre: GES. Esto les dio una vida en la que sumergirse, la de un marino mercante español de 63 años que trabajaba para una empresa de hidrocarburos y pasaba largas temporadas en el mar. Un trabajador ejemplar, les decían en su empresa. También descubrieron la parte oscura. Sufría de una severa adicción a la cocaína y también era cliente habitual de la prostitución. Cada vez que pisaba tierra derretía todo hasta volver a subir a bordo, explican fuentes de la investigación. Y un detalle más que no pasó desapercibido: cobraba 7.000 euros al mes que no entraban en su cuenta por una deuda con Hacienda. Utilizaba conocidos con los que tenía más o menos confianza para que recibieran de él el dinero y se lo entregaran durante sus estancias en España a cambio de una comisión.
“Esta práctica tenía sus fallas, porque muchas de estas personas que supuestamente eran de confianza terminaron engañándolo”, explica el investigador que lideró la operación Murmullo, llamada así por el lugar donde se encontró el cuerpo calcinado. Su último regreso a España se produjo el 26 de agosto de 2021. Nunca más volvió a salir del país. Ese día lo recogió un amigo en el aeropuerto, quien en ese momento era su persona más cercana, la que cobraba su pensión. Se conocían desde hacía años, cuando ella trabajaba como prostituta. Ahora, a los 46, la mujer había dejado ese mundo.
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
suscribir
La relación entre los dos no había estado exenta de escollos. El 20 de julio de 2018 había presentado una denuncia contra G. de ella en la que lo acusaba de acosarla con constantes llamadas, tanto a su celular como al trabajo que tenía en ese momento, en una inmobiliaria. “Ella hacía de reclutadora, iba a buscarlo, lo llevaba en carro, le conseguía droga y lo llevaba a discotecas…”, explican fuentes policiales.
Aquel 26 de agosto de 2021, los dos se dirigieron a Torrejón de Ardoz, donde ella residía y donde acababa de montar un negocio de formación en estética muy cerca de la estación de Cercanías tras haber dejado de trabajar como agente inmobiliaria. Las antenas telefónicas sitúan a ambos en las inmediaciones de dicho negocio el día de la muerte de G. No volvió a salir con vida de allí, sino que envuelto en una cortina de baño, directo al maletero de un coche. La investigación acredita que la víctima murió por asfixia, pero no se ha determinado cómo se realizaron las amputaciones a las que fue sometido el cadáver.
Tres días después, la mujer le pidió a un conocido su vehículo con el pretexto de hacer una mudanza. Con ese auto trasladó el cadáver al Cerro del Murmullo, lo abandonó debajo de un árbol y le prendió fuego. Fue un vecino que observó humo y se alarmó por un bulto extraño. Ella era G. Los investigadores descartan que la persona que dejó su auto esté involucrada en el crimen, pero sí trabajan en la hipótesis de que hay otro sujeto involucrado en el asesinato.
La mujer siguió con su vida con normalidad, incluso haciendo creer a su entorno que la desaparición de G. había sido voluntaria. Su negocio siguió abriendo y recibiendo estudiantes a quienes capacitó en pedicura y manicura. Tenía una relación especial con los dueños de un bar cercano y seguía teniendo contacto con sus excompañeros de trabajo en la agencia inmobiliaria. Un día, según informes policiales, uno de los empleados de su antiguo trabajo la llamó para proponerle una idea. Sabía que el dueño de la inmobiliaria tenía una caja fuerte en su casa donde guardaba grandes cantidades de dinero en efectivo. El dueño del negocio también era su primo. Él y su esposo se odian desde que la policía los investigó por un caso de lavado de dinero en el que el dueño de la inmobiliaria terminó arrestado.
Según el plan, los primos brindaron la información con las rutinas de la víctima y dónde estaba la caja fuerte y la mujer del centro de belleza sería la encargada de buscar a los autores materiales. Los amigos del bar cercano a su local en Torrejón de Ardoz tenían contactos en el mundo de la delincuencia. Cumplió su parte de su plan. Atrapó a los atracadores y no sólo eso, sino que fue parte activa del golpe. El dueño de la agencia inmobiliaria era FMPE, el inquilino de la calle Sierra Toledana, el segundo asesinato.
El robo estaba fijado para el 29 de noviembre. Según las investigaciones policiales, el dueño de ese apartamento era “extremadamente sospechoso” y nunca le habría abierto a alguien que no conocía. Por eso, ese día entre las 8:30 y las 9:30, quien supuestamente tocó a su puerta y vio por la mirilla fue MJBG. Ella fue quien abrió el camino a los dos hombres que se iban a encargar de robar el dinero. Una vez cumplida su misión, se fue. Pero lo que sucedió dentro no formaba parte de la idea inicial.
El dueño de la finca resistió ferozmente, lo golpearon como salvajes, tanto que estas heridas terminarían por causarle la muerte. La combinación de la caja no salió de su boca, por lo que tuvieron que usar los cuchillos de cocina de la víctima para desengancharla a la fuerza. Él, mientras tanto, agonizaba en el suelo magullado y atado. Cuando los asaltantes obtuvieron su botín, huyeron y usó lo último de sus fuerzas para cerrar la puerta desde adentro. Poco después, murió, solo, en la entrada de su casa. Una de las primeras personas que acudió a la vivienda tras la llegada de la policía fue el marido de la prima de la víctima, presunto autor intelectual del crimen.
El Grupo de Homicidios V entró entonces en escena, sin tener idea de que sus investigaciones terminarían siendo vinculadas al caso del cadáver calcinado en el que trabajaban sus compañeros de VI. La clave, en este caso, fue una exhaustiva inspección visual de la vivienda, que les llevó a encontrar las etiquetas de las herramientas que los atracadores habían utilizado en el asalto. En esas compras, guantes y bolsos, encontraron huellas, pero necesitaban juntar a los sospechosos y hacer esa compra. La colaboración ciudadana fue clave para saber que el bazar donde habían hecho la compra estaba en Parla. Consiguieron el billete, una prueba más con la que apuntalar el caso. Esa gestión bautizó el caso: el crimen de la etiqueta.

Gracias a las escuchas telefónicas, el posicionamiento de los teléfonos móviles y diversas imágenes de las cámaras de videovigilancia, los investigadores del Grupo V lograron recomponer la cadena que había llevado al crimen de la etiqueta, pero faltaba el eslabón central. Los primos y los autores materiales no tenían ningún tipo de conexión, alguien tuvo que haberlos puesto en contacto. Fue en el momento de una detención cuando un implicado mencionó a una “señora rubia de unos 40 años” que había ido a recoger a una tienda a Torrejón de Ardoz el día del golpe. Ella les dio más detalles sobre adónde habían ido. Era un centro de estética cuyo dueño era MJBG
Cuando escribieron su nombre en su base de datos, descubrieron que tenía antecedentes penales de 2009 por fraude y que había una denuncia que había presentado. Precisamente, la que ella le había puesto el 20 de julio de 2018 por presunto acoso. En sus bases de datos también figuraba el nombre del imputado, era el marino mercante víctima de un homicidio en agosto de 2021. La denuncia contenía un detalle más interesante: uno de los números de teléfono que había facilitado la mujer era el de su trabajo en una agencia inmobiliaria, el de la víctima del delito de rótulo. Los dos crímenes acababan de ser conectados. Investigadores del Grupo V acudieron a su celda para notificarle los nuevos cargos en su contra por este segundo homicidio. Está en esa cárcel desde febrero de 2022. Nunca ha confesado su participación en ninguno de los asesinatos.
Suscríbete aquí a nuestro boletín diario sobre Madrid.
Suscríbete para seguir leyendo
Leer sin limites
Leave a Reply