Marruecos afianza con Israel el reconocimiento diplomático del Sáhara Occidental | Internacional

El reconocimiento por parte de Israel de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental ha dado a Rabat un nuevo apoyo diplomático para reforzar su control administrativo sobre la antigua colonia española, considerada “territorio no autónomo” por Naciones Unidas. La normalización de las relaciones entre ambos países se fraguó hace dos años y medio, auspiciada por Estados Unidos a través del catalizador…

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El reconocimiento por parte de Israel de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental ha dado a Rabat un nuevo apoyo diplomático para reforzar su control administrativo sobre la antigua colonia española, considerada “territorio no autónomo” por Naciones Unidas. La normalización de las relaciones entre los dos países se fraguó hace dos años y medio, auspiciada por Estados Unidos a través del catalizador de una declaración formal de la autoridad marroquí sobre el Sáhara. Desde entonces, en los últimos días de la presidencia del republicano Donald Trump, 28 países africanos, árabes y latinoamericanos han abierto consulados en El Aaiún o Dakhla, y más de una decena de estados europeos, entre ellos España, Alemania y Holanda, se han volcado a favor de la propuesta de Marruecos de autonomía para el territorio saharaui (que controla en un 80%), frente a las tesis de independencia defendidas por el Frente Polisario (el 20% restante, según Naciones Unidas).

Tras celebrar el giro “irrevocable” sobre el Sáhara anunciado este lunes por Israel como un nuevo éxito diplomático, la prensa marroquí se ha apresurado a señalar con el dedo a Francia, la antigua potencia colonial y primer país que respaldó la propuesta de autonomía en 2007, por no estar de acuerdo con estadounidenses e israelíes en el reconocimiento de la soberanía marroquí. el portal digital Hespress ha anticipado este martes un previsible aumento de la presión sobre París para que se pronuncie de una vez por todas sobre “un conflicto inventado por el régimen militar argelino”. Argelia apoya militarmente al Frente Polisario y acoge en la región de Tinduf, en la frontera con el Sáhara Occidental, campamentos donde viven decenas de miles de refugiados saharauis. El representante ante Naciones Unidas del Frente Polisario, Sidi Mohamed Omar, ha declarado, sin embargo, que “Francia, miembro permanente del Consejo de Seguridad, da apoyo incondicional a la otra parte (por Marruecos)”.

Un comunicado difundido este lunes por el Gabinete del Palacio Real de Rabat anunció el reconocimiento por parte de Israel de la soberanía marroquí sobre la antigua provincia española, que la ONU cataloga como uno de los territorios aún pendientes de descolonización. El rey Mohamed VI recibió una carta del primer ministro Benjamin Netanyahu en la que el gobierno israelí se ha comprometido a “reflejar en todos sus actos y documentos” la autoridad marroquí sobre el territorio saharaui.

Netanyahu también adelantó al soberano de la dinastía alauita que, en el marco de la decisión sobre la soberanía del Sáhara, se baraja “la apertura de un consulado en la ciudad de Dakhla”, la antigua Villa Cisneros bajo administración española, situada a 530 kilómetros al sur de El Aaiún. Washington también prometió en diciembre de 2020 establecer una representación consular en el Sáhara. La Administración del presidente demócrata Joe Biden no se ha echado atrás en la decisión de Trump, pero tampoco ha dado el paso de abrir un consulado en Dakhla o El Aaiún. Fuentes diplomáticas estadounidenses en Rabat han señalado que se trata de una medida que no está sobre la mesa.

El impulso sostenido a sus intereses en el Sáhara Occidental concentra el grueso de la acción exterior de Rabat, que también intenta jugar sus cartas en el conflicto entre israelíes y palestinos. “Hay una dinámica en las relaciones entre Israel y algunos países árabes (tras la firma de los llamados Acuerdos de Abraham), incluido Marruecos, que puede contribuir a dar un nuevo impulso al proceso de paz”, dice el analista palestino Nadir Mjalli desde El Cairo, citado por la agencia marroquí MAP.

El ministro de Exteriores israelí, Eli Cohen, también ha asegurado que la decisión ahora adoptada “reforzará la continuación de la cooperación para profundizar en la paz y la estabilidad regionales”. En los últimos meses, el Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí ha condenado las sucesivas operaciones militares israelíes en la zona de Jenin (norte de Cisjordania), en las que han muerto a balazos decenas de militantes palestinos armados y varios civiles.

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El presidente del Centro Marroquí de Estudios Estratégicos, Mohamed Benhamu, confía en que el giro dado por Israel tenga efecto en los países de Europa y América que se encuentran en “una zona gris” sobre el Sáhara y que, según sostiene, deberían adoptar posiciones “más realistas y pragmáticas”, según declaraciones recogidas por la agencia estatal MAP. El eje de esta política exterior de logros encadenados, que suscita la unanimidad de una causa nacional en la clase política y la ciudadanía marroquí, se condensa en el discurso pronunciado por Mohamed VI en agosto del año pasado, en el que asentó una tajante doctrina diplomática: “La cuestión del Sáhara es el prisma a través del cual Marruecos observa su entorno internacional, y la medida de la sinceridad de la amistad y de la eficacia de las asociaciones establecidas por el reino”.

Flujo de población e inversión

Marruecos está en el Sáhara Occidental para quedarse. Controla el territorio tras abandonar España hace casi 43 años, en plena dictadura del general Franco, cuyo régimen se vio amenazado por las consecuencias de la llamada Marcha Verde, una movilización de cientos de miles de marroquíes en la frontera del desierto impulsada por el rey Hassan II a finales de 1975.

El Instituto Nacional de Estadística español había registrado en un censo realizado en el Sáhara en 1974 a unos 75.000 saharauis junto a 30.000 españoles. Fuentes españolas familiarizadas con la excolonia señalan que la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (Minurso) llegó a contabilizar unos 130.000 votantes potenciales entre 1991 y 2007, cuando el censo se interrumpió por las disputas entre Marruecos y el Polisario para una consulta prevista (para decidir sobre anexión, autonomía o independencia) tras el cese de hostilidades de 1991. El alto el fuego se rompió en diciembre de 2020, dando paso a un semi-escondido den conflicto de baja intensidad. Actualmente se estima que cerca de un millón de personas viven en el Sáhara Occidental, casi la mitad en la zona de El Aaiún.

Desde la toma efectiva de la antigua colonia española, Marruecos ha invertido grandes sumas en el territorio. A partir de 2015, y especialmente tras la declaración de soberanía de Trump, ha puesto en marcha un programa de desarrollo económico e infraestructuras por un importe de 77.000 millones de dírhams (más de 7.000 millones de euros). Entre ellos, la carretera de la costa a Dakhla, de 550 kilómetros, donde se construye el megapuerto Dakhla Atlántico, con un presupuesto de 1.140 millones de euros, y el proyecto de un nuevo aeropuerto internacional.

En El Aaiún también está en marcha la construcción de un complejo hospitalario universitario, así como la ampliación de un gran centro de formación profesional, al que ya asisten estudiantes becados de Rabat, de países africanos que han abierto consulados en la antigua colonia española. Rabat ejecuta inversiones en infraestructuras en el territorio saharaui al tiempo que refuerza la proyección internacional del control que ejerce sobre el territorio. Ahora aspira a establecer una sede para el Mundial de Fútbol de 2030 en Dakhla, con un nuevo estadio con estándares de competición internacional, si tiene éxito su candidatura conjunta con España y Portugal.

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