PISCINAS MUNICIPALES DE NOCHE EN CÓRDOBA

el mas grande salvación para un cordobés durante el verano –sobre todo para uno con récords alcanzados por las altas temperaturas— es un oasis al alcance de la mano donde “volver a ser persona” y poder hacer recuerdos especiales característica de esta época del año. En este sentido, el piscina publica fuensanta cumple con todos los requisitos refugio de verano.

Este recinto, dotado de una gran piscina para adultos y otra para profundidad mínima para niñoses manejado por el Instituto Municipal del Deporte de Córdoba (Indignidad) y su atractivo es Nochede 22.00 a 01.14 horasdisponible todo Viernes y sábados de julio y agosto. Otro motivo para tenerlo en cuenta como opción de ocio es el precio de la entrada: por socios, 1,25 euros por persona y gratis si el bañista es menor de 14 años. En lo que respecta a la no suscriptoresEl precio es 3,65 euros por persona y 1,85 euros niños hasta los 14 años.

Debido a esta premisa, es habitual ver largas colas en la entrada salvo en noches como la de este pasado viernes, en la que buena parte de Córdoba había elegido saltar en grupos para el banco de arenapara aprovechar las ofertas cebador mercado de la nocheen una noche que recordaba a las ansiadas temperaturas de septiembre por una brisa fresca bienvenida. Sin embargo, algunos ya habían planeado volver a su refugio particular para celebrar el placer de las cosas simples.

Una maceta de estilo veraniego

“Cumplo 18 años y no es el primer año que lo celebro aquí con mis amigos, para mí ya es una tradición”, comentó Azahara junto a una guirnalda luminosa con el número mágico suspendido en el centro. En el mesas de snack, refrescos y, muy pronto, una tarta especial que sus amigos le habían comprado, felices de tener una razón más para encontrarnos cuando cada uno vive en una zona diferente de la ciudad. “Para nosotros esto es genial, mola mucho”, intervino, con un hot dog en la mano y envuelto en una toalla, el hermano pequeño de Cristian de Austria, quien también el estaba en la fiesta por su 16 cumpleaños.

Empanadillas caseras, tortilla de patata, picadillo muy fresco, gazpacho y una gran muestra de tupperware en mesas de camping en lo que casi parecía un versión nocturna de un perol tradicional cordobés, pero sin arroz ni fuego de por medio. Las familias demostraron así que también sabían divertirse aunque no tuvieran nada concreto que celebrar salvo el hecho de pasar otra noche juntos.

En el vastas extensiones de hierba, bajo plátanos, aunque ya no hacía falta buscar la sombra, varios merenderos improvisados ​​con bocadillos esperaban para ofrecer ese placer del primer bocado tras un buen baño. “El agua está calentita, pero el frío viene cuando sales”, se escuchaba desde el costado de la piscina, en medio de una competencia de bombas. En medio de la cena, Alba y Ainhara aprovecharon para ponerse al día después de semanas sin verse por el fin de clases en la escuela La Piedad. “Vengo con mi hija y una amiga y, mientras ellos dan un paseo, aprovecho para relajarme”, añade Pilar, a su lado.

Mientras tanto, un grupo formado por parejas Preferí aprovechar el menú del bar., que no estuvo disponible el año pasado porque Imdeco no encontró adjudicatario, aunque el problema ya se ha solucionado. Sin embargo, lo más habitual es llevar comida de casa, siempre que los residuos sean recogidos, sin vidrio. La cuestión es tener posibilidades para satisfacer todos los gustos, incluso cuando se busca un momento de tranquilidad en pareja lejos del ajetreo diario, como fue el caso de Ana María y Andrés.

todo lo contrario de la risa estridente de un grupo de adolescentes, emocionados simplemente por jugar a las cartas, muy juntos, mientras la última música salía de un parlante fosforescente. “¡Abuela, toma un baño!” un niño pequeño rogó desde el agua. “¡Me bañaré yo mismo!” Su hermano respondió antes de correr hacia la superficie azul. “¡Te he dicho que no te tires sin mangas!” Cheli, su madre, los regañó. Un alboroto desapercibido para los demás para quien era difícil ignorar los primeros bostezos de medianoche y termino exhausto en una hamaca, acurrucado en toallas o tirado en la hierba para un simulacro de la fase rem antes del regreso a casa. “Siempre se me hace corto y me quiero quedar toda la noche”, lamentó Ana María, antes de incorporarse a otra ronda de etiqueta. Lo que no está en duda es el alivio de sentirse como en casa cuando precisamente la casa se convierte en horno en cuyo interior es difícil descansar sin recurrir al aire acondicionado. Pero los mejores remedios para cualquier inclemencia del tiempo siempre son naturales: el frescor de la hierba, el sonido del agua, un buen trago y la compañía de los más allegados. Así se lucha este verano.

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